
Si bien sobre el papel parecía que iba a ser una marcha "tranquilita", la realidad fue bastante diferente, ya que tener que superar las seis ascensiones previstas (Els Once, la Sta. Creu d'Olorda, Tibidabo por Vallvidrera, la Ventosa, Forat del Vent y de nuevo Tibidabo, pero ahora por Sant Cugat) hizo que el recorrido se hiciese de lo más "pestoso".
Una vez allí nos encontramos con el Pere Rovira, que en esta ocasión se llevó una meritoria 6a plaza. Al final, como siempre, la marcha valió la pena y descubrimos rutas y subidas hasta ahora desconocidas. A destacar el gran esfuerzo que hizo la organización para señalizar correctamente el recorrido, algo nada facil.

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